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Jehová es nuestra morada


Raquel Segovia

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[Ilustración de la página 19]

“Oh Jehová, tú mismo has resultado ser una verdadera morada para nosotros durante generación tras generación.” (SAL. 90:1)

¿SE SIENTE como en casa en este mundo? Si no es así, usted no es el único. A lo largo de la historia, todos los que han amado de verdad a Jehová se han sentido como forasteros en este sistema de cosas. Por ejemplo, hubo fieles siervos de Dios que, mientras se mudaban de campamento en campamento en la tierra de Canaán, “declararon públicamente que eran extraños y residentes temporales” (Heb. 11:13).

2 Al igual que ellos, los discípulos ungidos de Jesús, cuya “ciudadanía existe en los cielos”, se consideran “forasteros y residentes temporales” en este sistema de cosas (Filip. 3:20; 1 Ped. 2:11). Y las “otras ovejas” de Cristo “no son parte del mundo”, así como él tampoco lo fue (Juan 10:16; 17:16). Pero los siervos de Dios no están “sin techo”. Al contrario, disfrutan de la protección del hogar más seguro y acogedor imaginable, un hogar que puede verse con los ojos de la fe. Moisés escribió: “Oh Jehová, tú mismo has resultado ser una verdadera morada para nosotros durante generación tras generación” (Sal. 90:1).* ¿Cómo resultó Jehová ser “una verdadera morada” para sus siervos leales de la antigüedad? ¿De qué manera lo es hoy para el pueblo que porta su nombre? ¿Y cómo resultará ser la única morada segura en el futuro?

JEHOVÁ FUE “UNA VERDADERA MORADA” PARA SUS SIERVOS DE LA ANTIGÜEDAD

 

Como sucede con muchas otras comparaciones de la Biblia, Salmo 90:1 tiene un protagonista, una imagen y varios puntos en que se asemejan. El protagonista es Jehová. La imagen es la de una morada, un lugar donde alojarse. Y Jehová tiene mucho en común con un lugar así. Por ejemplo, brinda protección a su pueblo, en armonía con el hecho de que él es la misma personificación del amor (1 Juan 4:8). También es un Dios de paz que permite a sus leales “morar en seguridad” (Sal. 4:8). Piense, si no, en su trato con los fieles patriarcas, comenzando con Abrahán.

4, 5. ¿Cómo fue Dios “una verdadera morada” para Abrahán?

4 Podemos hacernos una idea de cómo se sintió Abrahán, que aún se llamaba Abrán, cuando Jehová le dijo: “Vete de tu país y de tus parientes [...] al país que yo te mostraré”. Si aquel hombre fiel sintió algún temor, sin duda se le disipó al oír lo que Jehová siguió diciéndole: “Haré de ti una nación grande y te bendeciré y de veras haré grande tu nombre [...]. Y ciertamente bendeciré a los que te bendigan, y al que invoque mal sobre ti lo maldeciré” (Gén. 12:1-3).

5 Con esas palabras, Jehová se comprometió a ser un refugio seguro para Abrahán y sus descendientes (Gén. 26:1-6). Y cumplió su promesa. Por ejemplo, impidió que el faraón de Egipto y el rey de Guerar, Abimélec, violaran a Sara y mataran a Abrahán. También protegió a Isaac y Rebeca de un modo parecido (Gén. 12:14-20; 20:1-14;26:6-11). Y “no permitió que ningún humano los defraudara, antes bien, a causa de ellos censuró a reyes, diciendo: ‘No toquen ustedes a mis ungidos, y a mis profetas no hagan nada malo’” (Sal. 105:14, 15).

[Ilustración de la página 20]
 

“No voy a dejarte”

6. ¿Qué le dijo Isaac a Jacob que hiciera, y cómo puede haberse sentido Jacob?

6 Entre esos profetas estuvo Jacob, el nieto de Abrahán. Cuando llegó el momento de que se casara, Isaac, su padre, le dijo: “No debes tomar esposa de las hijas de Canaán. Levántate, ve a Padán-aram, a la casa de Betuel, padre de tu madre, y de allí tómate una esposa de las hijas de Labán” (Gén. 28:1, 2). Jacob obedeció sin vacilar. Abandonando la seguridad que le proporcionaba su familia inmediata, que vivía en Canaán, viajó cientos de kilómetros, probablemente solo, hasta la región de Harán (Gén. 28:10). Puede que se preguntara: “¿Cuánto tiempo estaré ausente? ¿Me acogerá bien mi tío y me concederá una esposa que adore a Dios?”. Cualquier preocupación de ese tipo sin duda desapareció cuando llegó a Luz, a unos 100 kilómetros (60 millas) de Beer-seba. ¿Qué ocurrió allí?

7. ¿Qué garantía le dio Dios a Jacob en un sueño?

7 En Luz, Jehová se apareció a Jacob en un sueño y le dijo: “Aquí estoy yo contigo y ciertamente te guardaré en todo el camino por el cual estás yendo, y ciertamente te haré volver a este suelo, porque no voy a dejarte hasta que realmente haya hecho lo que te he hablado” (Gén. 28:15). ¡Cuánto debieron de tranquilizar y consolar a Jacob aquellas afectuosas palabras! ¿Puede usted imaginárselo caminando resuelto después de esa experiencia, ansioso por ver cómo iba a cumplir Dios su promesa? Si usted ha dejado su hogar, quizás para apoyar la predicación en otro país, con toda probabilidad entenderá los sentimientos de Jacob. Y sin duda habrá visto pruebas de la protección de Jehová en su propio caso.

8, 9. ¿Cómo fue Jehová “una verdadera morada” para Jacob, y qué aprendemos de ello?

8 Cuando Jacob llegó a Harán, su tío Labán le extendió una cálida bienvenida, y más tarde le dio a Lea y Raquel por esposas. Sin embargo, con el tiempo trató de aprovecharse de él, tanto que le cambió su salario 10 veces (Gén. 31:41, 42). Jacob aguantó aquellas injusticias, confiando en que Jehová lo seguiría cuidando. Y, de hecho, así fue, pues cuando regresó a Canaán poseía “grandes rebaños, y siervas y siervos, y camellos y asnos” (Gén. 30:43). Profundamente agradecido, le dijo a Jehová: “Indigno soy de todas las bondades amorosas y de toda la fidelidad que has ejercido para con tu siervo, porque con solo mi bastón crucé este Jordán y ahora he llegado a ser dos campamentos” (Gén. 32:10).

9 Estos ejemplos nos muestran por qué Moisés pudo afirmar: “Oh Jehová, tú mismo has resultado ser una verdadera morada para nosotros durante generación tras generación” (Sal. 90:1). Sus palabras siguen vigentes hoy, pues Jehová, con quien “no hay la variación del giro de la sombra”, continúa siendo una morada acogedora y segura para sus leales (Sant. 1:17). Veamos de qué manera.

JEHOVÁ ES “UNA VERDADERA MORADA” PARA SUS SIERVOS DE HOY

10. ¿Por qué podemos tener la certeza de que Jehová sigue siendo una morada segura para sus siervos?

10 Imagínese que está testificando en un tribunal contra una organización criminal presente en todo el mundo y sabe que su líder es un embustero y un asesino sumamente inteligente, poderoso y despiadado. ¿Se sentiría seguro al salir del juzgado al final del día? ¡Difícilmente! En realidad, tendría buenas razones para solicitar protección. Esto ilustra la situación de los siervos de Jehová, que con valor testificamos a favor de él y denunciamos a su malvado enemigo, Satanás (lea Apocalipsis 12:17). Pero ¿ha podido Satanás silenciarnos? ¡Desde luego que no! De hecho, continuamos prosperando espiritualmente, y eso solo tiene una explicación: Jehová sigue siendo nuestro refugio, “una verdadera morada” para nosotros, en especial en estos últimos días (lea Isaías 54:14, 17). Con todo, él no puede ser un refugio seguro para nosotros si permitimos que Satanás nos atraiga fuera de nuestra morada.

[Ilustración de la página 22]
 

Los ángeles apoyan y protegen a los siervos de Dios

11. ¿Qué otra lección aprendemos de los patriarcas?

11 He aquí otra lección que aprendemos de los patriarcas. Aunque vivían en la tierra de Canaán, se mantuvieron apartados de la gente del lugar, cuya maldad e inmoralidad detestaban (Gén. 27:46). Eran hombres de principios que no dependían de una larga lista de cosas que podían o no podían hacer. Les bastaba con lo que sabían de Jehová y su personalidad. Puesto que él era su morada, no deseaban acercarse al mundo tanto como pudieran. Al contrario, guardaban toda la distancia posible. ¡Qué magnífico ejemplo para nosotros! ¿Procura usted imitar a los fieles patriarcas al elegir sus compañías o diversiones? Por desgracia, algunos miembros de la congregación cristiana dan muestras de que, al menos hasta cierto punto, se sienten cómodos en el mundo de Satanás. Si usted se siente así aunque sea solo un poco, ore a Jehová en cuanto a ello. Recuerde, este es el mundo de Satanás y, como tal, refleja su frialdad y egoísmo (2 Cor. 4:4;Efes. 2:1, 2).

12. a) ¿Cómo cuida Jehová de sus siervos? b) ¿Cómo se siente usted al pensar en todas las ayudas que nos da Jehová?

12 Para no caer víctimas de las trampas del Diablo, tenemos que aprovechar por completo las ayudas espirituales que Jehová ofrece a sus siervos, a quienes hacen de él su morada. Entre tales ayudas figuran las reuniones cristianas, la adoración en familia y las “dádivas en hombres”, es decir, pastores nombrados por Dios para consolarnos y apoyarnos en nuestra lucha con las dificultades de la vida (Efes. 4:8-12). El hermano George Gangas, quien fue miembro del Cuerpo Gobernante por muchos años, escribió: “Cuando estoy entre [los siervos de Dios] siento que estoy en casa con mi familia, en un paraíso espiritual”. ¿Se siente usted del mismo modo?

13. ¿Qué importante lección aprendemos al examinar Hebreos 11:13?

13 Algo más que aprendemos de los patriarcas es que no les importó ser diferentes de la gente que los rodeaba. Como vimos en el párrafo 1, “declararon públicamente que eran extraños y residentes temporales en la tierra” (Heb. 11:13). ¿Está usted decidido a ser diferente? Claro, eso no siempre es fácil. Pero con el apoyo de Dios y de sus hermanos en la fe, puede lograrlo. Recuerde que hay muchos otros cristianos en su situación. De hecho, todos los que deseamos servir a Jehová tenemos una lucha constante (Efes. 6:12). Pero es una lucha que ganaremos si confiamos en Jehová y hacemos de él nuestra morada segura.

14. ¿Qué “ciudad” esperaban los siervos de Jehová?

14 También es de vital importancia que imite a Abrahán manteniendo la vista en el premio (2 Cor. 4:18). El apóstol Pablo escribió que Abrahán “esperaba la ciudad que tiene fundamentos verdaderos, cuyo edificador y hacedor es Dios” (Heb. 11:10). Esa “ciudad” resultó ser el Reino mesiánico, y él, por supuesto, debía esperar a que llegara. En cierto sentido, nosotros no tenemos que esperarlo, pues ya está gobernando en los cielos. Lo que es más, las pruebas indican que pronto tomará pleno control de la Tierra. ¿Es el Reino una realidad para usted? ¿Influye en su modo de ver la vida, en lo que opina de este mundo y en sus prioridades? (Lea 2 Pedro 3:11, 12.)

NUESTRA “VERDADERA MORADA” AL ACERCARSE EL FIN

15. ¿Qué futuro les espera a quienes confían en este mundo?

15 A medida que el mundo de Satanás se acerque a su fin, sus “dolores de angustia” irán empeorando (Mat. 24:7, 8). Y, desde luego, las cosas se pondrán aún más difíciles durante la gran tribulación. Los servicios públicos y demás sistemas organizados de este mundo se vendrán abajo, y la gente temerá por su propia vida (Hab. 3:16, 17). Completamente desesperados, buscarán refugio, por así decirlo, “en las cuevas y en las masas rocosas de las montañas” (Apoc. 6:15-17). Pero ni las cuevas literales ni las organizaciones políticas y comerciales que ahora parecen firmes como montañas les brindarán protección alguna.

16. ¿Cuánto debemos valorar la congregación, y por qué?

16 Los siervos de Jehová, en cambio, seguirán disfrutando de la seguridad de su “verdadera morada”, Jehová Dios. Se sentirán como el profeta Habacuc, quien dijo: “Me alborozaré en Jehová mismo; ciertamente estaré gozoso en el Dios de mi salvación” (Hab. 3:18). ¿De qué maneras será Jehová “una verdadera morada” durante ese turbulento período? Tendremos que esperar para verlo. Pero una cosa es cierta: lo mismo que los israelitas de la época del éxodo, la “gran muchedumbre” permanecerá organizada, constantemente alerta a las instrucciones divinas (Apoc. 7:9; lea Éxodo 13:18). Esas instrucciones vendrán por un canal teocrático, probablemente la congregación. De hecho, parece que los miles y miles de congregaciones de todo el mundo están relacionadas con los “cuartos interiores” protectores predichos en Isaías 26:20 (léalo). ¿Valora usted las reuniones de la congregación? ¿Obedece sin vacilar las instrucciones que Jehová nos da mediante ella? (Heb. 13:17.)

17. ¿En qué sentido es Jehová “una verdadera morada” incluso para sus siervos leales que han muerto?

17 Incluso quienes mueran fieles antes de que comience la gran tribulación estarán seguros con Jehová, su “verdadera morada”. Mucho después de que los fieles patriarcas murieron, Jehová le dijo a Moisés: “Yo soy [...] el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob” (Éx. 3:6). Tras citar estas palabras, Jesús agregó: “Él no es Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos ellos viven” (Luc. 20:38). Es como si sus siervos leales que han muerto todavía vivieran, pues es un hecho que los va a resucitar (Ecl. 7:1).

18. En el nuevo mundo, ¿cómo será Jehová “una verdadera morada” para su pueblo de un modo especial?

18 En el nuevo mundo que está a las puertas, Jehová será “una verdadera morada” para su pueblo en un sentido más. Apocalipsis 21:3 nos promete: “¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos”. Jehová residirá con la humanidad por medio de Jesucristo, a quien utilizará para gobernar la Tierra durante los primeros mil años. Concluido ese período, Jesús entregará el Reino a su Padre tras haber cumplido el propósito divino para la Tierra (1 Cor. 15:28). A partir de ese momento, Jehová gobernará directamente a los seres humanos, que ya serán perfectos. ¡Qué magnífico futuro nos aguarda! Mientras tanto, luchemos por imitar a las generaciones fieles de la antigüedad haciendo de Jehová nuestra “verdadera morada”.

La Nueva Traducción Viviente vierte Salmo 90:1 de la siguiente manera: “Señor, a lo largo de todas las generaciones, ¡tú has sido nuestro hogar!”.

 

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